febrero 08, 2008

Hijito de mi alma.

Hijito, estas líneas son nada mas que el mero vaciamiento de mi disco rígido porque lo tengo a pleno y el mother que tengo no me tira la maquina (NdR: es importante dejar algún rastro de la época en que se vive cuando se emprende este tipo de proyectos, pienso, pero también intento ridiculizarme al máximo cuando en otra era lea estas líneas y se mofe de nuestras ultimas tecnologías obsoletas).
Estoy hablando con tu tío y me pregunta: ¿como viene el tema de los pañales? Inmediatamente después de esa mordaz pregunta recuerdo que ese tema es justamente mi primer desconcierto grande.
Te cuento chicho que, he tenido muchos de esos happenings ya, pero en todos, y no te miento, como siempre, hemos encontrado soluciones efectivas y rápidas con tu madre, primerizos, obvio. Siempre he sentido tener el dominio completo de la situación, tropiezo mas, tropiezo menos; pero te juro chicho, que no tengo ni puta idea de cómo enseñarte a dejar de usar los pañales, sé que hay que mostrarte cual es el pis y cual es la caca, y yo te muestro, pero como hago para que me entiendas cuando te pido que me avises antes, y no es que vos tengas una imposibilidad de comprensión, te juro que soy yo el que no sabe como hacer para explicártelo. Pienso mil formas, no hay caso, quizás es solo una cuestión de insistencia, se sabe que, aquel que expone una idea convence a los pensantes por comprensión y a los ignorantes por insistencia, pero no es el caso; acá lo que falta es él de la idea; y con esto seguramente aquellos que piensan en la insistencia sugerirán métodos e ideas para ayudar pero tampoco es el caso. Por suerte tu abuela te esta enseñando y el todopoderoso me ilumine para copiar su técnica.
Y todo esto es el primer desconcierto que tengo en tu vida, en mi vida; por primera vez no tengo ni idea que hacer ni como solucionarlo, y este cielo borrascoso de mudanzas, de inseguridad y de vida misma se abre para dejar que el sol de nuestras expectativas me pegue de lleno en la cara, me queme, me haga prensar mis dientes por el ardor de mis ojos y tu sudor y me llene la boca con el sabor de ese mar que nos acaricia.